Recientemente he elegido el método pilates para mantener la espalda en su sitio. La mía tiene una tendencia extraña a descolocarse, a no ajustar cada hueso y músculo en el lugar que corresponde. Es curioso que algunas contracturas se instalen como quien alquila un pisito en el centro para quedarse. Bien, pues parece que este método funciona porque siento cierta mejoría que me anima a seguir adelante. Y para hacerme la vida más fácil y no ir corriendo de un sitio a otro como una desmelenada, he decidido hacerlo en casa a mi ritmo.
Para ello, me doy una vuelta por un gran almacén en busca de mi kit-pilates. El dependiente que me atiende, súper amable por cierto, me echa una mirada de arriba abajo sin ningún pudor. Pensemos que es para valorar la materia prima desde un punto puramente técnico. Ni idea del veredicto. Casi mejor. “Una colchoneta, un aro, una pelota, unas cintas para estirar …” enumera sólo lo básico. Le agradezco su visión profesional y sus consejos. Pertrechada salgo orgullosa y dispuesta a enderezarme. Sigue leyendo →