Abrir o no los innumerables vídeos, canciones, chistes, artículos… que me llegan al móvil es una decisión de mili-décimas de segundo, que coloca la cuenta de minutos de la que dispongo al día, peligrosamente en números rojos, o no, dependiendo de lo que sea capaz de hacer con ellos. Me resulta muy difícil decir que no a un vídeo prometedor, lo reconozco, pero poco a poco voy ganando la batalla a mi insaciable curiosidad y logro no abrir alguno de ellos, quizá pocos todavía. Pero ahí voy. Un día igual me decido a contabilizar el tiempo que dedico a este pasatiempo que me resulta bastante costoso a veces. Sobre todo cuando lo que me encuentro es una soberana memez y me doy cuenta de que una vez más he perdido la concentración en lo que sea que estuviera haciendo. Miedito me da descubrir la cuenta de resultados. En fin, reportaré por el bien común ;;)).
Ah! Pero no siempre es así. A veces me encuentro con algo que me remueve por dentro, me llena de esperanza, me ayuda a conocer una parte del planeta totalmente desconocida para mí o me presenta a personas increíbles con historias todavía más increíbles. Y ahí es cuando se tambalean mis ganas de contabilizar. Supongo que es cuestión de encontrar el sano equilibrio, como casi todo en la vida. Ahora, encontrar ese equilibrio es lo que me parece un arte. Por cierto, ayer conocí a una persona que, como de pasada, comentaba que por defecto tiene su móvil en silencio, no abre lo que le llega más que a una hora determinada del día o cuando le parece oportuno. Y no tiene precisamente un trabajo ligerito, ni pocas responsabilidades. Pero lo mejor es que ni se despeina, se queda tan pancha y lo cuenta como si tal cosa. Ole que ole.
Hoy es uno de esos días en los que me esperaba un vídeo que sí ha merecido mi tiempo. Prayers of the Mothers, Oración de las Madres.
http://www.youtube.com/watch?v=YyFM-pWdqrY.
Un vídeo en el que una marea de mujeres musulmanas y hebreas caminan juntas por la paz. Es el vídeo oficial del movimiento Women Wage Peace. Creo que se le ha dado entre poca y ninguna publicidad, una pena. Yael Deckelbaum pone la música junto a otras mujeres que sueñan y luchan por una paz tantos años anhelada. Este vídeo me ha parecido un canto al sentido común y a la esperanza. No me cabe duda de que muchos hombres han dado el do de pecho, para poner sensatez a este conflicto que dura ya tanto y encontrar alguna solución. Lo penoso es que no hay forma de que por fin oigamos buenas noticias. Alguna vez han estado a punto de dar por terminado tanto sufrimiento y unos y otros salen con la eterna necesidad de tener bajo su tutela tal o cuál parte del territorio, tal o cuál parte sacrosanta e irrenunciable. Me pregunto si serían de verdad capaces de argumentar con la conciencia bien tranquila que tanta muerte y destrucción se sustenta en una verdad con mayúsculas. En mi opinión, las razones se pierden en la noche de los tiempos y más bien son las razones de la soberbia y el odio las que brillan por doquier. Sin embargo, una luz de esperanza parece que sí empieza a brillar. Algunos pensarán que es una luz diminuta en medio de tanta oscuridad. Da igual. Miles de mujeres caminando sobre la tierra de sus antepasados con la convicción que llega a gritos desde sus corazones. Con la convicción de que ellas tienen mucho que aportar. Con la convicción de que es posible vivir en paz todos juntos, sus hijos y los que vendrán. Esa certeza es la que les mueve, con la que se han unido y con la que trabajan por conseguir su sueño.
Hoy me uno a ellas desde las razones de un corazón que sabe fundamentalmente de entrega y amor. El corazón de una madre. Y desde ahí, me uno a ellas en su oración.
Ana